Awo Ni Orunmila Ogunda Tetura

Awo Ni Orunmila Ogunda Tetura
Ile IFA Ogunda Tetura

jueves, 4 de agosto de 2011

Elegua


Elegua es la protección primera, ya que es el quien abre los caminos para continuar en la religión. Los no iniciados o aleyos deben recibirlo o consagrarlo como primero. Es la vista que sigue un camino, se convierte en un guerrero temible y feroz cuando se une a Oggún y Oshosi, nada lo detiene. Elegua es uno de los primeros Oshas u Orishas que se recibe. Es un Osha del grupo de Orisha Oddé, a los que se le llama Los Guerreros. El es el primero de los guerreros junto a Oggún, Oshosi y Osun. En la naturaleza está simbolizado por las rocas. Eleguá vino al plano terrenal acompañando al Osha Obbatalá. Es considerado el mensajero fundamental de Olofin.

Vive en la mayoría de los casos detrás de la puerta, cuidando el ilé de quien lo posee. Dueño absoluto de los caminos y el destino, es quien cierra o abre el astral para la felicidad o infelicidad de los seres humanos. Siempre se deebe contar con él para realizar cualquier cosa. Es el portero de la sabana y el monte.

Es un Osha que se asienta, va a estera el día del itá de Osha y habla por el
diloggún. El signo principal del Olosha está determinado por su conversación y la del ángel de la guarda. También es el intérprete principal de las letras del sistema del oráculo del diloggún y juega un rol fundamental en los subsistemas del oráculo de Biangue o Aditoto. Es entregado por Babaloshas e Iyaloshas. Ha sido el único que ha ido y regresado del mundo de Ará Onú. Ganó suficientes privilegios de parte de Olofin, Obbatala y Orunmila para ser el primero en ser atendido. Su mano de caracoles es la mayor, ya que consta de 21, estos son también el número de sus caminos. Le pertenece por excelencia junto a Obbatala el oráculo del coco (Obí).

Su número es el 3, sus colores el rojo y el negro. El lunes y los días 3 de cada mes son sus días. En el sincretismo se compara con el Santo niño de Atocha (1ro de Enero). Su celebración es el 6 de Enero y el 13 de Junio.

Diloggún en Elegua.
Elegguá habla por todos los odú por este pertenecerle, pero fundamentalmente lo hace por Oddi, Okana Sode y Ojuani Shogbe.

Eleguá se asienta en una otá (piedra), otá conchífera, de arrecife, otá con carga, caracol cobo con carga, un coco seco o de masa con carga.
Se coloca en una vasija plana, sus atributos son los cascabeles, un garabato (bastón) de guayaba, una trampa de ratón, monedas, juguetes de niño como las bolitas, pitos, matracas, sombrero de guano o paja, una maraca pintada con sus colores.
Sus elekes (collares) son de cuentas rojas y negras alternadas.

Ofrendas a Elegua.
A Eleguá se le inmolan chivos, gallos o pollos, pollitos, jutías, ratones negros o rojos. Su tabú son las palomas, pues lo debilitan, excepto a algunos caminos particulares donde si las admiten. Sus ewes son abre caminos, sabe lección, croto, algarrobo, alcanfor, almacigo, berro, albahaca, ají chileno, ají guao guao, álamo, atiponlá, almendra, pata de gallina, Ceiba, curujey, chichicate, bejuco guaro, jobo, peonía, peregún, maravilla, pica pica, raspa lengua, siempreviva, rompesaragüey, verdolaga, travesura, zarza blanca, pendejera, piñón botija, etc.

Características de los Omo Elegua.
Los hijos de Elegguá son inteligentes y hábiles, pero poco escrupulosos. Son habladores y pueden vender hasta lo imposible si se les deja hablar. Son mujeriegos y poco caseros, les gusta la calle. Se inclinan a la corrupción, el timo, la estafa y las intrigas políticas, lo que les garantiza el éxito en la vida.

Patakies de Elegua.
Obí(el coco) era puro, humilde y simple, por eso Olofin hizo blanca su piel, su corazón y sus entrañas y lo colocó en lo alto de una palma. Eleguá, el mensajero de los dioses, se encontraba al servicio de Obí y pronto se dio cuenta de que este había cambiado. Un día Obí decidió celebrar una gran fiesta y mandó a invitar a todos sus amigos. Eleguá los conocía muy bien, sabía que muchos de ellos eran las personas más importantes del mundo, pero los pobres, los enfermos y los deformados, eran también sus amigos y decidió darle una lección invitando a la fiesta no solamente a los ricos. La noche de la fiesta llegó y Obí, orgulloso y altivo, se vistió para recibir a sus invitados. Sorprendido y disgustado vio llegar a su fiesta a todos los pobres y enfermos. Indignado les preguntó:
–¿Quién los invitó?
–Eleguá nos invitó en tu nombre
–le contestaron.
Obí los insultó por haberse atrevido a venir a su casa vestidos con harapos.
–Salgan de aquí inmediatamente –les gritó.

Todos salieron muertos de vergüenza y Eleguá se fue con ellos.
Un día, Olofin mandó a Eleguá con un recado para Obí.
–Me niego a servir a Obí –dijo Eleguá–. Ha cambiado mucho, ya no es amigo de todos los hombres. Está lleno de arrogancia y no quiere saber nada de los que sufren en la Tierra.

Olofin, para comprobar si esto era cierto, se vistió de mendigo y fue a casa de Obí.

–Necesito comida y refugio –le pidió fingiendo la voz.

–¿Cómo te atreves a aparecerte en mi presencia tan harapiento? –le increpó el dueño.

Olofin sin disimular la voz exclamó:
–Obí, Obí.
Sorprendido y avergonzado, Obí se arrodilló ante Olofin.
–Por favor, perdóname.

Olofin le contestó:
–Tú eras justo y por eso fue que yo hice tu corazón blanco y te di un cuerpo digno de tu corazón. Ahora estás lleno de arrogancia y orgullo. Para castigar tu soberbia te quedarás con las entrañas blancas, pero caerás y rodarás por la tierra hasta ensuciarte. Además tendrás que servir a los Orishas y a todos los hombres. Así fue como el coco se convirtió en el más popular de los oráculos.

PATAKIES


PATAKIES
Los patakies son cuentos o leyendas en la Santería. Narran y explican los nacimientos o relaciones entre los diferentes santos u orishas.
Como en otras religiones, estos bellos pasajes encierran metáforas, consejos y normas para la vida cotidiana.
Existen una infinidad de patakies. A continuación les dejo unos bellos patakies.

PATAKI DE OBATALA Y LOS TRES PRETENDIENTES
Obatalá tenía una hija muy bella, dulce y sencilla, que era la felicidad del padre. Esta hija tenía tres enamorados: Ikú, Aro y Ofo. Como es de suponer, Obatalá estaba ante un espinoso dilema, pues si daba la mano de su hija a uno de ellos, los otros dos se vengarían. Por ello, su elección, cualquiera que fuese, ponía en peligro la vida de su hija, tan querida para él.

Obatalá se convirtió en paloma y se posó en un árbol frondoso de flores multicolores que representaban todas las virtudes de que gozaba su reinado, y se sintió muy desgraciado. Así pensando, quedó sumido en un profundo sueño. Cuando despertó, le vino a la mente todo lo soñado y se apresuró a emitir un bando para todo su reino, el cual decía: "Quien me traiga un abani, se casará con mi hija".

En esos tiempos, los abani eran muy escasos y difíciles de cazar. En el mismo bosque intrincado que rodeaba al palacio, vivía un sitiero quien adoraba en silencio a la hija de Obatalá y había decidido llevarle el abani solicitado, pero consultó antes su decisión con Orula. La consulta resultó en este Ifá, que le mandaba a hacer ebbó con babosas, cascarilla, merengue, achó fun fun y un palo de su tamaño, y le recomendó que después fuera al monte a cantar.

Así lo hizo el sitiero y su canto era tan dulce y melodioso que sus ecos parecían suaves voces venidas de otro mundo. Ikú, quien venía por el sendero, se paró a oír, pues también había leído el bando y traía en un saco el tan ansiado abani. Extasiado, dejó caer el saco y quedó como petrificado. El sitiero aprovechó su trance, recogió el saco, y se lo llevó de inmediato a Obatalá, quien le concedió a su hija en matrimonio. Esto le sucedió al buen hombre por los consejos siempre sabios de Orula. Y por mandato de Obatalá, Orula, Echu y Oggún, quedaron atrapados Ikú, Aro y Ofo sin poder hacer daño.

Maferefun Obatalá, Maferefun los orishas.


PATAKI DOS
En el principio de las cosas, cuando Oloddumare bajó al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Debajo del cielo sólo había agua. Entonces Oloddumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra metido en el carapacho de una babosa y una gallina. Obatalá echó la tierra formando un montículo en medio del mar. La gallina se puso a escarbar la tierra esparciéndola y formando el mundo que conocemos. Olofi también encargó a Obatalá que formara el cuerpo del hombre. Así lo hizo y culminó su faena afincándole la cabeza sobre los hombros. Es por eso que Obatalá es el dueño de las cabezas.

PATAKI TRES
En cierta ocasión los hombres estaban preparando grandes fiestas en honor de los orishas, pero por un descuido inexplicable se olvidaron de Yemayá. Furiosa, conjuró al mar que empezó a tragarse la tierra. Daba miedo verla cabalgar, lívida, sobre la más alta de las olas, con su abanico de plata en la mano. Los hombres, espantados, no sabían qué hacer y le imploraron a Obatalá. Cuando la rugiente inmensidad de Yemayá se precipitaba sobre lo que quedaba del mundo, Obatalá se interpuso, levantó su opaoyé y le ordenó a Yemayá que se detuviera. Por respeto, la dueña del mar atajó las aguas y prometió desistir de su cólera. Y es que ¿si Obatalá hizo a los hombres, cómo va a permitir que nadie acabe con ellos?

PATAKI CUATRO
Gobernando Obatalá la tierra, Ikú, Anó, Eyó, Efó, Efé y eyé (la muerte, la enfermedad, la tragedia, la vergüenza y la sangre) sintieron mucha hambre porque había felicidad en la tierra. Para subsistir decidieron atraer a los súbditos de Obatalá, por lo que el orisha aconsejó a su gente para que no salieran a la calle ni se asomaran a la puerta. Ikú y sus compañeros decidieron salir a las doce del día produciendo ruidos con palos y latas. La gente, curiosa, se asomó a las puertas y ventanas e Ikú pudo cortar varias cabezas. A las doce de la noche se escuchó otro gran ruido y la gente, curiosa, volvió a salir e Ikú volvió a cortar muchas cabezas. Desde entonces, a esa hora Ikú, Anó, Eyó, Efó y Eyé, andan por las calles en busca de víctimas.

PATAKI CINCO
Olofi vivía en una loma muy alta y Obatalá Osanquirían era el único que conocía el camino para llegar a él. En el mundo había una sequía muy grande y los santos clamaban y piden a Obatalá que lo vea para resolver el asunto. Cuando Obatalá llega encuentra a Olofi desfallecido, quien le dice que está agotado, que no puede más. El orisha baja y le cuenta a los demás santos, que reclaman que Olofi reparta el poder. Obatalá volvió a subir y traslada a Olofi el reclamo, quien convoca a todos los santos al pié de una ceiba, buscó comida y la hizo toda en una sola cazuela con orí, que sirve para calmar las disputas. Luego que los santos todos comieron y discutieron, vieron a Olofi descender al atardecer. Olofi les dijo: "No puedo más, estoy cansado" y los orishas le respondieron: "Padre, si tu no puedes seguir llevando todo el trabajo del mundo, dinos algo para seguir adelante, porque nosotros tampoco podemos". Y entonces Olofín alargó la mano, cogió un rayo y se lo dio a Shangó; tomo el río y se lo entregó a Oshún, y así le dio a cada santo un aché. A Obatalá lo dejó para lo último y le dijo: "Tu eres el dueño de todas las cabezas".

Yemayá


Es la Virgen de Regla.
Viste de traje azul con adornos blancos, usa corona.
Apuesta y bella como el mar.
Suyas son las gaviotas.  Reina en la eternidad.  Gobierna los misterios de las aguas saladas.
Negra de caderas anchas y un vientre que parió a los dioses.
Es orgullosa y altanera, de mirar fuerte, sólo escucha las palabras de soslayo. Lo ve todo y lo sabe todo.

Hace y deshace las cosas desde el fondo del mar, donde vive encadenada por el dios de la blancura: Obatalá, que se  parece a San Manuel.
Habita en las piedras del mar y en los corales, pero donde mejor se asienta es en una tinaja pintada de azul. Moviéndose suave y ondulante como un majá, imita el movimiento del mar.  Son siete, una de las más fuerte y la que vive en el fondo del mar es Olókun. Le gusta un azul más oscuro que a las demás.  Es el mar mismo y como es tan grande no entra cabeza de nadie, pero las otras si entran en las cabezas de sus hijos.
Le gusta el pato, el majá, el carnero y el gallo plumiazul, también las palomas.
Se llama agitando una maraca pintada de azul y blanco que se parece al mar.
Habla por cocos y caracoles.

Comidas: malanga, melón y pepino.
Adimú: Turrones de coco, Cocada  con azúcar prieta.
Color: azul.

En la prenda se llama Madre de agua y 7 sayas.
Su collar es de perlas azules con cuentas de color agua.  Es orgullosa, altanera, mira por sobre los hombros, con desprecio.  No le gusta comer con las demás vírgenes y come siempre lo mismo que Shangó.  Es la madre de la fecundidad, ella parió a los 16 orishas del Panteón Yoruba.

Su madre es Olókun, la reina africana, ella vive en lo más profundo y oscuro del mar, ella es la salud y vive en una tinaja pintada de azul que no se puede destapar porque si la mira uno de momento puede perder la vista.
Sólo come pato.
Se dice que casi todos los hijos de Yemayá son muy enamorados y las hijas también.  Les gusta tener amigos y dominarlos, sojuzgarlo y mandar en su parte económica a su gusto y capricho.
Casi siempre sus hijos tienen virtudes artísticas, o son personas que se enferman fácilmente de los nervios.  Se vuelven locos y son muy envidiados.

PATAKÍN
Dice un Patakín que Yemayá fue madre de crianza de Shangó, pero como éste era jodedor y parrandero, no había mujer a la cual no le hiciera el amor.  Cierto día Shangó invitó a Yemayá a hacer el endoko y ella lo aceptó, invitándolo a montar en su barca y a salir para alta  mar donde es su casa.  Sabiendo ella que Shangó no sabía nadar, cuando estaban en alta mar ella le preguntó que si todavía quería hacer el endoko con ella, él le contestó que sí, ella se tiro al mar y dejó a Shangó solo en la barca, entonces se revolvió en el fondo, las olas embravecidas viraron la barcaza y tiraron a Shangó al mar, este desesperado clamaba por Yemayá quién lo sacó a la orilla cuando entendió que había ya cumplido el castigo y le hizo saber el respeto que él le debía tener a ella.

Avatares.
1- Oguere
2- Aggana
3- Ocute- dó.  La machetera, la que come pato sólo al nacer. Trabaja  con Oggún.
4-  Achalá (la de la cadena)
5-  Mayeló (la que come pato)
6-  Iyamasé

¿Quién es Olókun?: Es la Yemayá Mayor, madre de las profundidades, no se asienta en la cabeza de nadie porque es el mar mismo.  Se recibe por enfermedad y cuando falta estabilidad y firmeza en las relaciones del hogar-familia-matrimonio.
Cuando se va a consagrar un neófito a Yemayá, hay que hacer antes una ceremonia en el mar de Olókun para darle conocimiento de que su hija va a coronar una cabeza.  La consiste en llevarle al mar y tirarle dulces, flores, miel, cocos, y se le canta.  Su tinaja no se puede destapar de golpe.  Come sólo pato macho, el pato que se le da en algunas ramas de santería, no se come por entender que el santero se puede enfermar.
Vive en su tinaja  pintada de azul y blanco y cubierta por una red de pescar, casi siempre fuera de la casa, y del cuarto de santo donde están los demás orishas.
Su collar es de color azul claro, azul oscuro, rojo, blanco, verde.  Todo lo que se vaya a consagrar a una de las Yemayá, tiene que recibirla primero a ella.  Yemayá, al igual que los demás orishas, castiga la desobediencia de sus omos con la tuberculosis por lluvia, mata ahogando en agua saladas o dulces.  Ella es dueña de muchas yerbas, pero siente gran predilección por la guasimila, lechuga, resedá, romero, sábila, sargazo, verbena.
Esta orisha se atiende los días domingo.
Esta diosa está también acogida a rezos en los cuales se le saluda y se le trata con respeto y veneración, uno de ellos dice:
Yemayá agguayó, okere okun alimi
karabbio, osá ñabbió. Legún eyintebie.
Owa siruekú yebwá. Obimi kuayo,
Okuba okana kwana, keku yanza erí
Eregwa mío (ago).

Siempre que se le canta a esta orisha hay que ir moviendo los brazos y las manos como si estubiera nadando o remando, y se mueven las caderas como si fueran olas del mar unas veces suaves, otras veces rápidas.  dando vueltas como las olas furiosas del mar encrespado, y en sus cantos se dice:
Solo:
Yemayá Agolona
Yemayá Agolona
Shangó orisha kamaguo río
Yemayá Agolana.
Coro: (lo repite)
El baile y la danza de esta orisha, es un baile cargado de belleza, de lujuria, comenzando con un ritmo suave, cadencioso, que va in-crescendo rápidamente, como las olas.  Ella mueve sus sayas azules, adornadas con serpentinas blancas, mueve todo su cuerpo, caderas, senos, como si fuera a romper las olas contra el arrecife.  En sus muñecas de diosa negra como el ébano, brillan 7 manillas de plata y en sus bellas y bien formadas orejas cuelgan 2 argollas en forma de estrella de plata, que brillan y refulgen como dos estrellas rutilantes en el firmamento de sus oscura piel.
Baila y se ríe y mira por encima de los hombros de soslayo.
En sus giros refleja la belleza y el temperamento de la negra africana poseída de su belleza de diosa, fuerte, vigorosa y gigante como en su casa, el mar infinito y azul.
Se ve como mueve sus manos con dulzura y delicadeza, como si estuviera remando, y en otra mueve su cuerpo y sus hermanos como si quisiera bajar al fondo del mar, como si fuera a sacarle al fondo todas las riquezas que ella guarda para sus hijos: algas, caracoles, ostras, y las bellas y deslumbrantes estrella de mar, con movimientos suaves y tiernos de mujer enamorada, en ocasiones, y en otras, brava, rebelde, y tempestuosa como el remolino o como la ola embravecida, violenta, llena de odio, en este instante hiere, mata, y destruye sin compasión alguna.

Esta orisha se atiende los días 7, 14, 27 de cada mes y los días sábados de cada semana.  Su fiesta popular se celebra el día 7 de septiembre de cada año en toda Cuba, y en particular, en su Santuario del ultramarino pueblo de Regla, en cual hay una ermita dedicada a adorarla.  Allí se halla su imagen, ella es patrona de ese lugar, y, además de todos los que tienen que ver con el mar (muy particularmente de los marineros y pecadores.  Los que sienten un profundo respeto por ella)
No es extraño ver el día de su fiesta a cientos de personas dirigirse a rendirle maforibale a esta diosa tan fuerte y milagrosa.  Le llevan frutas, flores, velas, y se postran de hinojos para trasmitirle de ese modo las gracias, luego regresan de noche, cantándole y tirándole al mar dinero, frutas, flores y miel.